En total abandono y con piezas faltantes, muy lejos del esplendor de la época de los microautos de la cual fue un destacado exponente, Leandro San Miguel (45 años, ingeniero informático) encontró el BMW Isetta 1959, dando de esta manera el vamos a una restauración que lo llevó a trabajar codo a codo con su hijo adolescente.
El argentino residente en Chile por 16 años nos relata respecto al Isetta que “lo compré en junio de 2018. Estaba muy abandonado y sin funcionar. Lo tenían dos hermanas que lo heredaron del padre. Le faltaban algunas partes en el interior y tenía algunas piezas que no eran originales. El sistema eléctrico estaba mal y la dirección estaba pegada”, recuerda San Miguel, mientras que respecto a la carrocería dice que “el piso estaba podrido y empalmado con chapas soldadas, los guardabarros delanteros estaban recortados, los neumáticos estaban resecos, las tasas (tapas de ruedas) no eran originales, etc.”, enfatiza el trasandino.
Frente a una ardua tarea y tratándose de un vehículo especial decidió ponerse en contacto con personeros del Club de Isettas de Chile, quienes lo guiaron y le recomendaron mecánicos especializados para realizar la restauración. “También me contacté con BMW Chile para ver si había la posibilidad de conseguir respuestos originales, pero no era posible. Contacté además a talleres y proveedores de repuestos de Argentina, Estados Unidos y Alemania”, explica Leandro, este último el país que llevó al modelo italiano original a ser uno de los microautos más exitosos de su época.
El Nacimiento del “Huevito”
El Isetta, pequeño vehículo con motor ubicado en la parte trasera, con una única puerta de entrada frontal y capota en el techo, en italiano significa “pequeño ISO” en referencia a la fábrica italiana Iso Rivolta que fue su creadora. Con el paso de los años se transformó en uno de los microcoches más exitosos tras la Segunda Guerra Mundial, época en que convivió con otros vehículos de su tipo como el Messerschmidt o el Heinkel.
Iso Motor Italia las armó en España donde fue armado por Borward-ISO e Isetta of Great Britain los armó en la isla británica. A su vez Velam (Vehícule léger a moteur) las manufacturó en Francia, construyéndose además en Bélgica, en Argentina y en Brasil, siendo en este último país fabricado por Romi-Isetta. El número 1 en ventas fue el Isetta fabricado por la alemana Bayerische Motoren Werke (BMW), con 136.367 unidades construidas entre 1955 y 1962.
Los ejecutivos de BMW, que a mediados de los años ´50 se encontraba en graves problemas financieros, quedaron encantados con el Isetta que fue presentado en el Salón del Automóvil de Turín de 1953. Inmediatamente compraron la licencia para fabricarlo en Baviera, para lo cual modificaron el pequeño ISO original, dotándolo de cuatro en vez de tres ruedas y realizando modificaciones en la motorización. Para esto usaron la planta motriz de la motocicleta R25, que permitió darle al nuevo modelo 250 de 250cc una potencia de 12hp que le permitía llegar a los 85km/h.
Para 1956 lanzaron el modelo 300, con el mejorado motor con 300cc y 13hp. También existió el modelo 600, que se trataba de una versión alargada del “Huevito”. En Chile el Isetta fue un microauto con gran notoriedad, compartiendo dentro de su segmento en los años ´60 con el Nobel de fabricación chilena, éste fabricado con licencia de Fuldamobil.
Restauración a full
Leandro San Miguel tuvo la fortuna de conseguir a los mismos maestros chapistas que trabajaban en la época en que el “Huevito” era comercializado. “Son algo mayores ya, pero aún podían trabajar. Ellos tenían las molduras exactas originales del auto para poder reparar bien la carrocería”, puntualiza a la hora de explicar el por qué del extraordinario acabado que logró el vehículo.
“El auto lo desarmé entero con mi hijo de 13 años (Pedro, también apasionado por los automóviles) y fuimos llevando las partes a cada especialista. Chasis y carrocería a uno, motor y caja a otro”, explica Leandro. En Buenos Aires, Argentina, también logró conseguir repuestos para el pequeño auto.
Por estos días le está efectuando los últimos ajustes y la afinación, con grandes deseos que la pandemia del Covid19 pase más rápido de lo esperado para poder probarlo en propiedad en las calles de Santiago.
¿Qué es lo que más te gusta del auto?
El hecho que lo restauramos nosotros, dejando todo original, tal como era en la época y a conciencia con la mayor calidad posible. Es un trabajo conjunto de una experiencia realizada principalmente con mi hijo mayor, pero en la que colaboró toda la familia. Incluso mi mujer soportó el desorden en la entrada de la casa mientras lo restaurábamos.
¿Lo venderías?
Un par de personas me preguntaron el valor y si pienso en un futuro en venderlo, pero por ahora no tengo intenciones de hacerlo.
Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.
Fotografías Leandro San Miguel.
Edición por Javier Fernández G.
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