“Si Usted fuera argentino tendría una estatua”, le dice un cliente a Juan Gac Soto (86 años, mecánico, ex piloto de carreras), el cual se mantiene completamente lúcido tanto a la hora de recordar viejas historias del automovilismo deportivo chileno como al momento de tratar temas actuales. Es más, aún está activo al mando de su rectificadora de motores, la que formó desde cero en los años ´60 en el tradicional barrio Diez de Julio de Santiago.
Tetracampeón en Turismo Carretera en los años ´77, ´79, ’87 y ’88; de Sport Prototipo el ´91 y de Stock Cars el 2001, estima que corrió unas 1000 carreras con 100 triunfos en su extenso período en actividad que abarcó desde la década del ´50 hasta los albores del nuevo milenio. Es enorme la cantidad de copas y trofeos que posee. “Tengo todos los premios”, afirma con orgullo.
Niño observador
Criado en el seno de una familia “fierrera”, pues su padre Luis fue corredor de motocicletas y fundador del Santiago Moto Club en los años ´20, un joven Juan Gac salía de clases en el Liceo de Aplicación y daba inicio a un peregrinaje por todos los talleres de reconocidos corredores de la época, mirando, atisbando, espiando y proyectándose a futuro. “En Brasil entre Agustinas y Moneda estaba Antonio Caliri, le puso un motor de avión a un auto. En la calle Moneda al llegar a Bulnes había un garage de Tito Vivar. Conocí a Mario Freitas y a Hernán”. Gac continúa enumerando y recuerda a Zatuszek, Domingo Bondi, Bengolea padre, Nicolás Orrego Renard, Pedro Campos, Domingo Medina, Eugenio Velasco Letelier, entre otros.
“Me iba a pie hasta Ecuador. Don Bartolomé Ortiz tenía góndolas y un auto de carreras allí al fondo. Abrían el portón para que saliera la micro y yo (decía) algún día voy a ser amigo de ese caballero. Tú vas a creer que fui amigo de él, corrí contra él, manejé su auto, lo fui a ver cuando estaba enfermo y lo sepulté (…)Yo creo que este caballero existe”, afirma Gac e indica hacia el cielo.
Primer triunfo en un…¡taxi!
Juan Gac recuerda que la primera carrera en la que compitió, allá por 1955, fue en la Quinta Normal en un Chevrolet 1928. “Le eché la capota para atrás, la amarré con un alambre, le saqué el escape y corrí. No había antiflamas, no había guantes, ni una cosa, sin casco. Ganó don Emilio Campodónico. Llegué segundo. Y ahí partí”.
“Después me corro una Santiago-Curicó, una regularidad en el Chevrolet”. Luego Gac se solaza relatando el episodio que significó su primera victoria. “Un amigo mío tenía un Ford ´40 taxi (…) Pinocho Neder corrió en Perú y le ganó al campeón del mundo en Atocongo y sale en el Diario Ilustrado: Próximo domingo carreras en el Parque Cousiño, correrá nuestro campeón, y yo le digo a Cardemil (Roberto), oye corramos el domingo en el Ford ´40, fíjate que yo tengo un motor ´51 (de 100 hp, el otro era de 85 hp). Le pusimos el motor, le puse el letrero libre y nos fuimos. Llegamos a Beaucheff que tenía palmeras al medio, las sacaron y habían pavimentado (…) estaba lloviznando, sin limpiaparabrisas, con un elástico y un cordel. Corrió el Papín (Jaras). Yo le dije a Cardemil pongámonos al medio porque está recién pavimentado. Dan la partida y salimos como cuete. Llegamos a Rondizzoni primero, frena el Neder y pasó de largo; frena el otro, se pasó de largo. Yo doblo (…) por Rondizzoni hasta Viel cuneteado el Ford ´40, iba así para allá, para acá. Viel era de adoquines (…) Voy a doblar en Avenida Matta para meterme al parque y pasa de largo el Neder y doblo, me meto al parque, era de tierra entonces, meto dos ruedas en el barro y dos ruedas en el pavimento y lo llevamos atravesado y…¡gané la carrera! La hazaña fue noticia destacada del diario al día siguiente. Allí comenzó todo.
Turismo carretera: para pilotos de verdad
El sabor del triunfo le quedó gustando a Gac, así es que no dudó en inscribirse en una de las exigentes pruebas de largo aliento de esos tiempos, una Santiago-Arica, en la que competiría en el mismo taxi Ford ´40 contra toda la elite de avezados pilotos, incluido Bartolomé Ortiz. El principiante no tuvo suerte a causa de múltiples pannes que lo hicieron sufrir en cada una de las etapas, peripecias que recuerda con lujo de detalles don Juan: llegadas en la madrugada, manejo en la oscuridad con débil iluminación e incluso una colecta en Arica para poder volver a Santiago, ya que estuvo ausente un mes. Sin embargo, lo único positivo y que significa un hito en su carrera fue su encuentro fortuito con el corredor Raúl García.
Gac le ofreció ayuda en la carretera ya que el piloto estaba varado a causa de la quebradura del diferencial de su auto. “Yo vivo en Carrascal me llamo Raúl García”, recuerda que le dijo. Lo ubicó. “No corro más, te lo presto”, y García le pasó el auto de carreras, un Ford Coupe 1938. Gac lo llevó a su taller, le soldó la parte averiada y comenzó a competir en turismo carretera. Lo llamó la “empanada”. “Corrí Arica a Puerto Montt 3 veces y le puse un motor de camión F600”.
Lograba gran velocidad. Reparado innumerables veces, su estructura era demasiado débil para soportar tamaño torque. Igual Gac se las ingeniaba para competir con los grandes, algunos de los cuales tenían autos nuevos. Pudo con esfuerzo completar varias pruebas, tenacidad que lo hizo acreedor en 1969 al premio de Deportista del Año del Círculo de Periodistas.
Las Vizcachas y la “Liebre”
La competencia en rutas pasó al autódromo, convirtiéndose un sector de la ruta al Cajón del Maipo el epicentro de la actividad. Muchos fanáticos tuercas vieron en directo las competencias en la era dorada del autódromo de Las Vizcachas en los años ´60, ´70 y ´80. Otros tantos siguieron las transmisiones por televisión. Fue el propio Juan Manuel Fangio, el múltiple campeón de Fórmula 1 quien en persona vio el terreno de la zona precordillerana sobre el cual se construyó la pista y le dio su aprobación. En su apogeo albergó a múltiples categorías y a decenas de pilotos.
La “Liebre” de Juan Gac (modelo de auto de carreras argentino) con su motor V8 potenciado rugió en múltiples ocasiones en el trazado de poco más de 3 kilómetros. Asimismo, sus otros coches de carrera fueron piloteados por Lino Orueta y Lino Pesce, entre otros. Sus “batallas” contra adversarios como Miguel Fernández sacaban chispas en los años ´80. Era época de mucha gente haciendo picnic en los alrededores del circuito. De niños emocionados con el rugir de los motores y de adultos que gozaban ante las demostraciones de destreza al volante.
Gac rememora que en los ’80 “yo pagaba la televisión. Me costaba a mí 450.000 pesos y contrataba una grúa por 180.000 pesos. Me gastaba 630.000 pesos por carrera en ese concepto”, rememora Gac. Asimismo recuerda que prestaba uno o dos autos de competición; ocupaba dos camionetas; gastaba en los repuestos y neumáticos; trasladaba su equipo de mecánicos; donaba las copas y además auspiciaba.
Corriendo contra Paul Newman
A la edad en que la mayoría de las personas está tramitando la jubilación, Juan Gac Soto estaba planificando su participación en las 24 Horas de Daytona y en las 24 Horas de Sebring, ambas de las competencias de resistencia más importantes del mundo, las cuales disputó dos veces cada una del ´95 al ´97, con destacada participación.
“Yo arrendé en la primera carrera un Camaro ‘95, nuevo y ahí corrió Paul Newman en un Mustang”, recuerda Gac con un dejo de orgullo. Luego con su tradicional relato socarrón prosigue: “corrí con Michelle Alboreto, Mauro Baldi, Stefan Johansson…miraba hacia el lado y decía, aquí voy yo por la c…”.
Gac quedó maravillado por la gran organización estadounidense desplegada para este tipo de eventos, en comparación a lo que ocurría en Chile. “Nosotros lo hacíamos a la chilena”. Así ni todo, en los años ´70, una de las Liebres con motor Chevrolet V8 350 potenciado de Gac y preparada en Argentina llegaba a los 290 kilómetros por hora en recta, según él mismo cuenta, cronometrada en un circuito trasandino, ante el asombro de los argentinos que no podían creer lo que veían. Ese vehículo le costó en 1970, según estima, el equivalente a 9 autos nuevos.
En su época de apogeo Gac repartía su tiempo entre la rectificadora de motores, que formó en los ´60 y que llegó a ser la más importante de Chile con grandes instalaciones; las carreras y la labor dirigencial, ya que formó la rama de automovilismo del Club Colo Colo y fue presidente de la Federación Chilena de Automovilismo Deportivo.
“Hice muchos amigos y muchas fiestas” rememora don Juan, al tiempo que afirma que tras las carreras de Las Vizcachas se reunían 40 o 50 personas a hacer un asado en su taller, los sábados antes de las carreras y los domingos tras las competencias. Con seriedad afirma estar sentido. “Hoy día no me llama ninguno de los corredores y no veo a ninguno (salvo excepciones como don Luis Gimeno). “Yo le entregué la mitad de mi vida al deporte. Ha sido ingrata (la vida)”, afirma con un dejo de tristeza mirando a la distancia como buscando una explicación, rodeado de decenas de cajas llenas de repuestos, ya que forzosamente está trasladando a otro local el negocio al cual le dedicó toda su existencia.
Pero don Juan, ¿lo pasó bien, cierto?
-No tengo nada que decir, sinceramente disfrute de mi pasión y la compartí con todos.
Nota para ClassicCars.cl por José Francisco Valenzuela, Fotografías de Archivo Juan Gac – José Francisco Valenzuela