Cada vez que Samir Nicolás (64 años, empresario en el rubro textil) enciende el motor V8 de su Chevrolet Camaro 1973 para emprender algún viaje, le dice “ya hijo vamos” a su nieto Tarik Samir Nicolás, quien ya no está presente físicamente en este mundo, pero que siempre estará ligado a este automóvil que fue restaurado especialmente como regalo para su cumpleaños número 13, sueño que no llegó a concretarse.
“Lo compré hace más o menos 15 años. Fui a Temuco con plata para comprarme un auto”, nos comenta Samir, conocido en Villarrica por sus negocios con las telas. En la capital de la Región de la Araucanía un amigo le mencionó que un conocido tenía un Camaro de segunda generación. Fue a verlo, le gustó, preguntó el valor y lo compró. Rápida negociación para quien está habituado a transacciones comerciales dada su ascendencia palestina, específicamente con raíces en Nazareth.
V8 original
Lo que más valoró es que poseía el motor original, un V8 307 según pudimos constatar decodificando el número del motor, el cual también arroja que esta unidad fue fabricada entre abril y mayo de 1973 en la planta de General Motors en Norwood, Ohio. Con caja automática Hydra-Matic de 3 velocidades este “muscle car” de la famosa plataforma F de GM marca presencia con sus estilizados 4.785 mts. de largo y 1.89 mts. de ancho.
Para 1973 el Camaro ya tenía una corta pero exitosa historia para Chevrolet, quien ideó el modelo en respuesta al superventas del Mustang. Introducido como modelo año ´67 (en septiembre de 1966 ya estaba a la venta en los concesionarios), el automóvil de Chevrolet poco a poco fue ofreciéndose con diversas variaciones respecto a motorización y a equipamiento.
Con la crisis del petróleo afectando directamente la industria, los fabricantes de ahí en más comenzaron a reducir la potencia erogada por las plantas motrices que equipaban sus autos. El 307 cid para el ´73 ya estaba reducido en potencia respecto al ´72 (a 115hp), último año en que Chevrolet fabricó este motor. Aún así su buen torque superior a las 205 libras pie a solo 2.000 rpm le daba una fuerza que hasta el día de hoy provoca una buena sensación de manejo a quienes aprecian el andar de los autos “americanos”.
El Camaro es para Tarik
Hace 14 años el nacimiento de Tarik Samir, hijo de Natalia Nicolás, significó un cambio en la rutina del trabajo de su abuelo, por cuanto en una pequeña cuna lo acompañaba cerca del mostrador. “Yo lo tenía en el negocio en coche, amor de abuelo-Papá”, nos relata el empresario. “Él me acompañó a todas partes”, recuerda, de tal forma que el pequeño se transformó en su copiloto para todas las actividades en el Club de Autos Clásicos de la Araucanía, donde el niño pasó a ser considerado como un socio más.
En cuanto el pequeño Tarik Samir veía el Chevrolet Camaro, se transformaba. “Papá, yo quiero este auto para mí, me gusta el “camarro”, le decía a su abuelo. El sentimiento no cambió a medida que crecía. Ante esto, la decisión fue restaurarlo para regalárselo. “Este regalo se entregaba el año pasado en noviembre porque cumplía 13 años”, nos comenta Samir.
De ahí en más los paseos y viajes de abuelo y nieto fueron recurrentes a diversas exposiciones de autos antiguos y clásicos por más de una década, donde el Camaro ganó varios trofeos. Uno de ellos lo logró debido al particular sonido del motor V8. Tal vez el hecho que sea un 307 cid y no un 350 cid le otorga algunas características sonoras distintas que lo hacen distinto al resto.
Siempre en la memoria
Los planes respecto al auto, que poco a poco fue sometido a restauración, como la pintura completa de su carrocería, no pudieron realizarse. En abril del 2018 el niño de solo 12 años, estudiante destacado y músico autodidacta, enfermó, rápidamente se agravó, y tras un tratamiento fallido en que su abuelo afirma hubo negligencia médica, finalmente falleció en Temuco.
“El auto era para él, por eso es que en la colita del auto dice Tarik”, nos comenta Samir Nicolás, quien relata que para el funeral del niño (que hace pocos días fue licenciado póstumamente de Octavo Año Básico), una decena de automóviles del Club de Autos Clásicos de la Araucanía se hicieron presentes en la ceremonia.
Antes de que se le pregunte respecto a si vendería el auto, dice que nunca ya que es un asunto familiar. “Las personas no mueren mientras uno las tenga en el corazón”, sentencia, y afirma que la presencia de Tarik estará siempre en el rudo Chevrolet Camaro 1973, que con su sonido de motor y escape lo cautivó desde la cuna.
Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.
Fotografías por Agencia 210
Edición por Javier Fernández G.
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