Ningún desperfecto mecánico sufrió en más de 6.500 kilómetros de recorrido la Citroen 2CV6 1980 propiedad de Juan Guillermo Saavedra (46 años, comerciante) quien junto a su hijo Juan Ignacio (22 años) finalizaron con éxito el viaje que los llevó desde San Fernando, Sexta Región, a Punta del Este, Uruguay. En dicho país, específicamente en el puerto fluvial de Colonia del Sacramento, fueron actores importantes de uno de los tantos encuentros que aficionados a la marca gala efectúan este año en conmemoración a los 100 años de la empresa creada por André Citroen.
Creada con el propósito de ser un medio de transporte fiable, esta Citroneta cumple con creces este objetivo a pesar de tener ya 39 años. Con su motor totalmente original (solamente cambio en las camisas), no tiene adaptaciones posteriores y fue adquirida por Saavedra hace tres años cuando le efectuó algunos retoques estéticos. Precavido, concurrió al taller de Marcelo Bahamondes en Curicó para una revisión de la caja de velocidades, del encendido y una verificación del correcto funcionamiento de las válvulas. Con el visto bueno y tras montarle neumáticos nuevos a su vehículo era hora de emprender el viaje.
A la Argentina en “Citrola”
La primera etapa fue San Fernando-Mendoza via el Paso Los Libertadores. La idea de Juan Guillermo fue apelar a la hospitalidad de los “fierreros” argentinos a medida que necesitaba alojamiento, siendo su impecable 2CV6 la carta de presentación en las diferentes localidades. De esta forma tras su paso por Mendoza recibió la recomendación para ir a la casa de un señor de Río Cuarto donde además participó en una junta de este modelo de vehículos donde la conversación fue toda “en torno a la Citroneta. Nada de clases sociales”, enfatiza Saavedra.
En las rutas de las Sierras de la provincia de Córdoba vivieron la parte más complicada de todo el trayecto. “Eran descampados” con mucho colorido. “Era como andar en el Desierto de Atacama, no pasaban camiones, nada. Y un viento que asustaba”. En ese punto comenzó a fallar el GPS. “No cargaba. Me perdí 100 kilómetros”. ¿Qué ocurrió?: Al finalizar su plan de datos del roaming, supuestamente seguiría con sistema por datos que le serían cargados al plan. No fue así. Un improvisado mapa confeccionado por un lugareño le sirvió para salir del apuro.
El tramo Río Cuarto-Villa María fue complejo debido al viento que rozaba los 130 kilómetros por hora, de tal suerte que una distancia corta en el mapa fue recorrida en mucho más tiempo del esperado. Tras esto consiguió hospedaje en la última ciudad mencionada, donde aprovecharon de pasear por la ciudad así como de concurrir a la hora del desayuno a un Club de Bochas, lugar de encuentro de los parroquianos. Buenos Aires ya estaba marcado en el mapa como el próximo destino.
De Buenos Aires a Uruguay al evento
En la capital argentina permanecieron cinco días, acogidos por un amigo chileno. Tras esta pausa reemprendieron el viaje vía Gualeguaychú hasta llegar a Fray Bentos en Uruguay, donde con otros citroneteros pernoctaron en un hotel colonial. ¿Noche tranquila? Ni por asomo: una tormenta se dejó caer con toda su fuerza, con la amenaza latente que se lloviera la 2CV6 y por tanto se mojaran todas las cosas con las que viajaban por si entraba agua al interior por la capota. Afortunadamente, sólo un hilo de agua entró. La Citroneta quedó inclinada, por lo que el agua escurrió.
Tras el susto recorrieron el tramo a Rosario para llegar posteriormente a Montevideo. En la capital aprovecharon de ir ida y vuelta a Punta del Este, para posteriormente llegar a Colonia del Sacramento, puerto fluvial sede del encuentro organizado por Citroen de Uruguay. Con unos 70 vehículos en total, entre ellos muchos Mehari, a los uruguayos “les llamaba la atención el andar” de la Citroneta, nos comenta Juan Guillermo, quien además notó la importancia que le dieron al excelente estado en general de su vehículo.
Con el propósito cumplido, había que regresar. Sólo un cambio de aceite efectuó durante su recorrido. Ninguna avería sufrió la 2CV6 francesa. Si de ida no sobrepasó los 75 km por hora, de vuelta la velocidad máxima que alcanzó fueron los 90 kilómetros por hora. El plan previo era pasar por el Paso Pehuenche, pero al estar cerrado, debieron ingresar por Los Libertadores. Varias horas de trámites. De allí a Santiago y luego a San Fernando.
“Fue un viaje con muchas cosas bonitas”, es la frase con que Juan Guillermo sintetiza el viaje que duró 26 días y que una vez más refrendó la fama de vehículo fiable de la Citroneta.
Para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.
Fotografías aportadas por Juan Guillermo Saavedra.
Edición por Javier Fernández G.
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