A más de una cuadra de distancia del punto de reunión fue el tronar del sonido del V8 el que anunció la llegada de Pablo Zúñiga (46 años, periodista) al volante de su Ford Torino GT 1970, uno de los vehículos de la era dorada de los muscle cars que marca presencia en las calles de la capital por motor, tamaño y color.
Totalmente operativo pese al paso del tiempo gracias a que siempre ha contado con las mantenciones periódicas necesarias, Pablo nos comenta que el dueño original lo importó de Estados Unidos vía Zona Franca de Punta Arenas, en una época en que salvo contadas excepciones como funcionarios públicos u otros podían hacer uso de esta franquicia ya que por ley sólo se podían adquirir autos con componentes nacionales añadidos. De esta forma, poseer en 1970 un Ford de estas características en Chile era todo un lujo y una excepción a la regla general.
Génesis y test
El Torino partió inicialmente como una versión de lujo del Fairlane en 1968 y tal como ha ocurrido en muchas ocasiones en la nomenclatura de las compañías estadounidenses su posicionamiento exitoso permitió que se transformara en un modelo como tal en 1970 y que perdurará en la alineación de la marca del óvalo hasta 1976.
La unidad objeto de esta nota corresponde a un GT dotado de un motor V8 302 (con 4.942 cc, la motorización de entrada, ya que al tope estaba el 429 Cobra Jet de 7.100 cc, muscle car usado en las competencias de Nascar de esos años).
Con una potencia de 220 hp y un formidable torque de 300 libras pie luce brioso este Torino pese a que está próximo a cumplir medio siglo de vida. Dotado de su caja automática original Cruise-O-Matic de tres velocidades, en un par de vueltas de prueba pudimos advertir que la carrocería aún está “apretada”; todos los instrumentos funcionan y por sobre todo hace gala de un “pique” formidable, tras lo cual los frenos de disco delanteros (única transformación que Zúñiga le ha efectuado al auto) cumplen a cabalidad su objetivo.
El origen de su pasión
“Desde niño siempre tuve autos Matchbox. Llegué a tener una colección de un poco más de 100 autitos. Los tenía en una repisa, los ordenaba todos los días. Ahí tenía autos antiguos V8 y me quedé pegado con los autos gringos”, recuerda Pablo a la hora de consultarle el por qué de esta predilección por los autos que lo llevó a ser propietario de este Ford.
Pero no solamente fueron los autos a escala los que pavimentaron el camino para que fuera un posterior adulto “fierrero”: “Después me gustaron series como los Dukes de Hazzard y Starsky y Hutch”, prosigue relatando Zúñiga, recordando por cierto que en esta última “tenían el Gran Torino con la huincha blanca, el clásico”, mientras que de la tradicional serie de los hermanos Bo y Luke Duke mantiene el recuerdo del “General Lee de los Dukes de Hazzard. Me fueron gustando los autos desde siempre y encuentro fascinante el sonido del motor V8”, concluye Pablo Zúñiga. Sin duda el origen de su pasatiempo es el mismo que comparten muchos de su edad que alimentaron su pasión frente a las pantallas de TV.
En sentido contrario a lo que ocurre muchas veces con la incompatibilidad entre tener una familia con niños pequeños y un auto deportivo potente, los cinco hijos de Pablo Zúñiga han disfrutado durante los nueve años que este vehículo ha estado en casa. “Le puse cinturones de seguridad atrás, le puse cuatro y aquí me caben todos”. Además “la maleta gigante, la sensación de la aceleración de un V8 y andar en carretera” ha sido una buena experiencia no sólo para Pablo, sino que para toda la familia, de tal forma que viajes hasta La Serena sin ningún tipo de inconvenientes han podido ser disfrutados al máximo.
Pese a la ligazón de Pablo con este auto por casi una década, se nota que siente que terminó un ciclo. Es cosa de tiempo saber, una vez que venda el Torino, si podrá sobreponerse a la ausencia del sonido embriagador del V8 302.
Nota para ClassicCars.cl por José Francisco Valenzuela
Fotografías por Javier Fernández G.
Edición por Javier Fernández G.
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