Historias de autos® – Oldsmobile 98 Holiday 1955: el evocador de recuerdos de un descendiente de vascos

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Es una unidad en excelente estado de conservación, que mantiene íntegra su originalidad. Sólo tres dueños ha tenido. El auto permite a su propietario conectarse con su pasado y afianzar lazos en el presente

 

 

El glamour del Oldsmobile 98 Holiday Hardtop sedan 1955 fue la guinda de la torta en la presentación ante 1.200 espectadores de la agrupación lírica Il Tenori en el Estadio Español de Las Condes en Santiago de Chile el pasado mes de abril, máxime que su dueño por casi tres décadas es Ignacio Torrontegui, hijo de vascos y uno de los tenores del cuarteto musical, que ama a su conservado auto tanto como al canto.

 

 

Este Holiday bicolor no pasa inadvertido. Para nada. Es difícil encontrar a casi setenta años de su fabricación un ejemplar que esté conservado original y que su motor ni siquiera haya sido abierto, como cuenta Ignacio, quien allá por la primera mitad de la última década del Siglo XX se dejó seducir por sus líneas mientras estaba a la venta en un taller de calle Santa Rosa en la capital. Buscaba un vehículo para conectarse con su niñez. Lo encontró.

 

Evocando emociones de la niñez

 

“El año´49 llegó mi Papá, José Torrontegui Oleaga, junto a su hermano Fernando, y mi Mamá el´51, María de los Ángeles Martínez Gaña. En 1955 trajeron a mi tio Juan. Venían de Bilbao. Vida de inmigrantes. Dura. Mi Mamá llegó dos años después casada por poder para poder subirse al barco para que mi abuelo la soltara. Ahí se emprendieron un montón de negocios de distinto tipo, no era gran comerciante (su padre) pero sí que era empeñoso: repartía vino en una Renault del año ´46, después se compró una pequeña rotisería que creció un poquito. Trajo un hermano del país vasco también”, cuenta Ignacio.

 

 

“Después incursionó en otra cosa, tuvo una fábrica de rodados de juguetes de niños, hacía monopatines, triciclos, todo ese tipo de cosas y después en el año ´66 más o menos se le ocurrió quedarse con un taller de vehículos, de electricidad. Se llamaba Auto Lux. Estaba en Avenida Matta con Víctor Manuel”, continúa Ignacio el relato con un otoñal paisaje en uno de los sectores del Estadio Español, del cual es directivo.

“En los veranos qué hacía conmigo (su padre). Yo era un hijo muy tardío de mi Papá, él tenía 50 años cuando yo nací, entonces qué hacía este cabro dando vueltas en la casa con ocho o nueve años, entonces me llevaba al taller a ordenar tuercas: me daba vuelta cajones con tuercas, con tornillos y yo tenía que poner los tornillos chicos, las golillas, los platinos, los condensadores, las ampolletas, todos los repuestos Lucas” en orden. Es el génesis de la pasión por los autos de Ignacio.

 

 

“La responsabilidad más grande que tenía era poner en cada auto que ya salía terminado unas calcomanías que se entibiaban en agua tibia que no son como las de hoy autoadhesivas. Salía una gomita y después había que ponerla por dentro del vidrio con mucho cariño, sacarle las burbujitas y decía Auto Lux, en el centro estaba la bandera vasca, la Ikurriña, Avenida Matta 651, número de teléfono 35333”, rememora Torrontegui como si se hubiera trasladado al pasado en ese momento. “Yo me subía a todos los autos que salían, tres o cuatro al día, pero el olor al cuero de los autos, el olor a la bencina mezclado con el aceite, eso me dejó totalmente marcado”, sentencia.

 

 

“Yo no me dediqué a los autos, estudié Derecho. Al poquito de casado dije tengo que comprarme un auto, de esos autos” que le tocó ver a diario en el taller de don José  Torrontegui. Yo funcioné ahí entre el´71 0 ´74, mi Papá murió en el ´80, pero ya no iba mucho al taller. Me vino una cuestión que a los 30 años dije me voy a comprar un auto y pillé este”, concluye.

 

El Olds 98 ´55 o cómo plasmar la era espacial en un auto

 

 

El modelo objeto del presente artículo corresponde a un ejemplar de la tercera generación de la serie 98 de Oldsmobile, la tope de gama por sobre el 88 y el super 88, todos ellos provistos del motor Rocket V8. Fabricado en la planta de General Motors en Lansing, Michigan, fue lanzado al mercado en 1949 en su versión de 5.0 litros, marcando el hito de haber sido el primero de posguerra con arquitectura OHV (válvulas a la cabeza) crossflow. Fue líder en rendimiento y considerado el más potente de su época con 135 hp, marcando historia en la competencia de autos stock estadounidense Nascar, ya que el Oldsmobile número 22 manejado por Red Byron fue el auto campeón de la primera temporada disputada el ´49.

 

Para 1954 fueron integradas pequeñas aletas a la parte trasera de la carrocería y los vidrios panorámicos envolventes y para 1955, año del auto de Ignacio Torrontegui, la gran novedad fue el sedán Holiday cuatro puertas Hardtop (sin pilares) presentado en enero, siendo que los otros modelos habían sido develados en noviembre del año anterior.

 

 

Su Rocket V8 con carburador Rochester de cuatro bocas y 324 pulgadas cúbicas (5.3 litros) eroga 202hp y posee un torque de 332 libras pie apenas a 2400 vueltas. Motor con mucha fuerza asociado a una caja automática Hydra Matic de tres velocidades. El auto posee varias amenidades dada su categorización de vehículo del segmento F de lujo, como antena eléctrica lo mismo que los asientos y los alzavidrios. Con 5.394 metros de largo, 1.988 metros de ancho y 1.519 metros de alto, la distancia entre ejes es de 126 pulgadas o sea 3.3 metros.

 

 

Las alusiones a la era espacial en plena guerra fría, con las superpotencias Estados Unidos  y Unión Soviética disputándose palmo a palmo el privilegio de llegar primeros a la Luna, se encuentran por doquier en este modelo 98: los cromados de las líneas de cintura asemejan cohetes; las luces de cola tienen el diseño de dos chorros gemelos de jet; la máscara delantera de tipo abierto con letras individuales para generar la marca Oldsmobile tiene dos puntas que asemejan dos bombas; los emblemas asociados representan el orbe, el que además está en el centro del manubrio y en las tapas de ruedas. Es un auto con mucho detalle.

 

 El auto se incorpora a la familia

 

 

“Estaba en un taller en Santa Rosa. El señor tenía dos o tres autos  a la venta. El auto no estaba igual pero tampoco estaba malo, de hecho al motor no le he hecho nunca nada, motor, caja de cambios, dirección, nunca (…) Le cambié el dínamo por el alternador para evitar las panas y el radiador que estaba podrido y se calentaba un poquito”.

 

 

“Mis hijos, José Ignacio y Aránzazu nacieron y ya estaba él. Mi hijo lo maneja a veces para los matrimonios, o un amigo de él”, nos cuenta Ignacio, al tiempo que menciona como curiosidad que este Oldsmobile participó en la teleserie de Televisión Nacional de Chile Estúpido Cupido. “Yo lo compré precisamente dos años después que salió en la telenovela”, subraya Ignacio, quien además cuenta que ha aparecido en variadas publicidades.

 

 

– ¿Es este auto un medio para evocar recuerdos?

-Totalmente terapéutico, te quieres acercar a tu infancia, a tu raíz, a tus afectos. Luego ha sido un vehículo para transmitir estas cosas a mis hijos porque no conocieron a sus abuelos, entonces de alguna manera esto te permite empezar a hablar de los recuerdos que yo tenía del olorcito (a bencina y aceite en el taller Auto Lux) y ellos ya saben perfectamente. Ahora yo les voy a evocar recuerdos, entonces es una manera de transmitir tradición vía olfativa (suelta una sonora carcajada).

 

 

– ¿Qué te gusta más de él

– Yo creo que es uno de los autos más bellos que se construyó en esos años por la armonía, porque estaba como empezando la parte de atrás a agrandarse y este auto es muy recatado en eso, es un auto que es más permanente que los otros.

“Tiene una cara noble, amable, llana (…) y me encanta que tenga esa significación tan clara con un periodo histórico porque yo cuando muestro el auto a niños que te toca de repente me gusta hacerles una mini instrucción respecto a los años ´50 que representa este auto”, enfatiza.

 

 

– ¿Lo venderías?

– Es muy difícil. Tendría otras cosas de qué echar mano si tuviera un problema. Pero esto es lo único a lo que no le echaría mano.

El equipo de ClassicCars disfrutó de un paseo en este vehículo. Motor potente pero silencioso. Caja funcionando perfecto. Frenos precisos. Y además la consabida suavidad de la suspensión de los autos de General Motors de la época. Realmente nos trasladamos al pasado junto con su dueño realizando esta nueva nota para Historias de Autos.

 

 

 

Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.

Fotografías y videos por Ricardo Fernández G.

Agradecimientos al Estadio Español de Las Condes.

Edición y producción por Javier Fernández G.


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