Historias de Autos: Pontiac Firebird Trans Am 6.6 1979, el bandido que huyó de la zona rural de Estados Unidos a Chile

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En una granja de Arkansas, Estados Unidos, cubierto con una vieja lona y con varias gallinas encima estaba oculto el Pontiac Trans Am 6.6 1979 que hoy es propiedad de Alvaro Parodi (45 años, Ingeniero Civil Industrial), quien no podía creer lo que veían sus ojos. Acababa de realizar un preciado “hallazgo de granero”.

 

 

Parodi nos cuenta que el descubrimiento lo realizó el 2010, año en que se trasladó a EE.UU. temporalmente a trabajar en la importante empresa en la cual desempeña labores. En un día de paseo en el campo fue su golpe de suerte. “Lo interesante era que se asomaba la cola donde se leía “Trans Am”. Ese fue el comienzo de todo”, relata.

 

 

Tras descender del vehículo en que se desplazaba y entablar conversación con el anciano dueño de la granja, se develó el misterio del por qué y desde cuándo estaba el Pontiac allí: “El auto estaba estacionado desde principios de los ´90. Más que el precio lo más difícil fue el valor emocional que el auto tenía para ellos” rememora Álvaro. No era para menos: el Trans Am había sido del fallecido hijo del señor de edad. Más aún: aquél fue militar y murió en combate en la Guerra del Golfo de 1991. Había adquirido el auto nuevo en Illinois en 1979 y tras su muerte el vehículo quedó detenido en la granja esperando quien lo rescatase.

 

Génesis y éxito del Firebird/Trans Am

 

Lanzado en febrero de 1967 utilizando la nueva plataforma F de General Motors que compartió con su primo Chevrolet Camaro, que se adelantó seis meses para debutar, el Firebird era un vehículo pensado para competir con el superventas Ford Mustang y el Mercury Cougar. Por aquel entonces la política de GM era ofrecer en dos o más de sus divisiones el mismo producto con modificaciones cosméticas tendientes a la identificación de la marca, principalmente en la máscara (grilla para los estadounidenses), extremo trasero, molduras y ornamentos, así como otras variaciones técnicas asociadas a la motorización disponible.

Es en este punto donde los ingenieros de la Pontiac Motors Division (PMD) se anotaron un pleno desde el principio, por cuanto fueron unidades de potencia propias las ofrecidas en las distintas variantes del modelo (Sprint, Formula 400, etc.) las cuales partieron con un motor 230 L6 (anzuelo económico para atraer a clientes a los concesionarios) y seguían con varios V8 de potencia creciente que llegaron con los años hasta el enorme Trans Am 455 que erogaba 325 hp con carburador de dos bocas o 335 hp con carburador de cuatro bocas que generaba un torque de 445 libras pie. No contentos también estaba el Super Duty, un muscle car de tomo y lomo.

 

 

Muscle car en tiempos de económicos

 

La segunda mitad de la década del ´70 fue la época dorada del Trans Am y el sub modelo del Firebird pasó a tener peso propio pasando a ser una denominación per se. Tuvo paradojalmente gran éxito si se tiene en cuenta que tras la crisis del petróleo de 1973 las marcas automotrices se vieron obligadas a disminuir el tamaño de sus autos y despotenciar sus motores con reglas de emisiones contaminantes cada vez más estrictas. Pontiac optó por ir contra la corriente dejando intacto el modelo respecto a dimensiones (5 metros de largo y 1,84 metros de ancho), con motorizaciones que si bien tenían menos caballaje que las anteriores conservaban una buena cantidad de torque.

 

 

De esta manera las ventas del Trans Am se catapultaron: 10.000 en 1974, 27.000 en 1975, 47.000 en 1976, 69,000 en 1977 hasta llegar a la cifra récord de 117.108 en 1979, el año del auto reseñado en esta nota cuyo motor V8 de 6.6 litros asociado a una caja automática de tres velocidades eroga 185 hp con un torque de 315 libras pie. Sin duda que el éxito de taquilla de la película “Smokey and The Bandit” (“Dos Pícaros con suerte”) ayudó a los concesionarios.

 

El auto de Burt Reynolds

 

Lanzada en 1977, las peripecias de Bandit (Burt Reynolds), Carrie (Sally Field) y Cledus (Jerry Reed) burlando la persecución del sheriff Buford T. Justice (Jackie Gleason) por las carreteras entre Texarcana, Texas y Georgia en medio de una apuesta que consiste en contrabandear cerveza de un estado a otro, tienen como protagonista el Pontiac Trans Am con su inconfundible “crying chicken” a lo largo y ancho del capó.

Se trata del auto que maneja Reynolds y que le permite salir airoso de todo tipo de maniobras cuando escapa de la acción de la ley. La gran jugada de la marca de General Motors de suministrar el auto insignia del filme le permitió obtener un ostensible repunte en las ventas, realzando la figura del Trans Am como el único muscle car verdadero a la sazón disponible en el mercado estadounidense, en tiempos de autos cada vez más pequeños y anémicos. Con todo este impacto, el Pontiac Trans Am de esta generación se transformó en un auto ícono de las películas de Hollywood.

 

Compra y restauración

 

 

La suerte estaba con Álvaro Parodi al encontrarlo en la granja. Le cayó en gracia al dueño de casa y pudieron hacer trato. “Lo compré y en Arkansas encontré un taller de un mecánico que se especializaba en Pontiac Trans Am y GTO” muchas unidades de los cuales estaban “a medio terminar en un galpón semi abandonado en el medio del bosque más precioso que he visto, era un paisaje surrealista”, rememora.

 

 

Parodi enfatiza que el mecánico consideró que dada la originalidad que tenía el vehículo tenía todo el potencial “para dejarlo como “salido de fábrica” que es como a mi juicio hay que tener estos autos. El único componente no original es un carburador Edelbrock”, hace hincapié su actual dueño. “El proceso de restauración tomó 8 meses y costó 2 veces el valor de lo que fue el auto, pero quedó como queríamos. Salvo la pintura todo original como salido de su planta en Chicago en 1979, hasta con su equipo aire acondicionado funcionando”, enfatiza Parodi.

 

 

La autentificación de un vehículo antiguo le otorga un plus. “En EE.UU. la marca Pontiac tiene un club que maneja una base de datos de la ficha original de producción del auto. En base al número del motor y del chasis pude pedir la hoja de equipamiento y compra”, nos cuenta un entusiasmado Álvaro Parodi, quien con orgullo disfruta de su poderoso Trans Am ahora por los caminos de Chile, tras su experiencia laboral en Estados Unidos.

 

 

¿Qué es lo que más te gusta del auto?

Su look agresivo y rudo es único. Un clásico muscle car. Además un accesorio exquisito son los techos T-Top, que se desmontan fácilmente.

 

¿Te han ofrecido comprarlo? ¿Lo venderías?

Varias veces, pero este auto ya tiene el nombre de su próximo dueño….mi hijo Matías.

 

 

Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.

Fotografías y video Agencia210.

Edición por Javier Fernández G.


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