La friolera de cuatro décadas en la familia cumple este año el Toyota Corona Station Wagon 1978 de René Vargas (29 años, jefe del departamento de ventas en una cadena del retail), quien en los últimos seis años en que ha estado en su poder se ha preocupado de repararlo para que esté totalmente operativo y luzca como cuando su abuelo homónimo lo adquirió al inicio de la década del ´80.
“Fue el único auto de mi abuelo, lo compró y era prácticamente un auto de alta categoría dentro del segmento de los japoneses, era un vehículo familiar”, afirma René. Apodado “Raquel”, el vehículo fue utilizado en innumerables viajes del clan familiar al norte y al sur del país, destacando siempre por su confiabilidad.
Para su abuelo tenía una connotación especial, por esto es que luego del fallecimiento de aquél el nuevo propietario comenzó no sin dificultades a restaurar parcialmente el SW que ya exhibía en la parte mecánica, chasis y carrocería el deterioro producto de años y años de uso. Sin embargo, a pesar de tener mucho kilometraje recorrido, “Raquel” estaba intacta a la espera de repuestos que alargaran su vida.
El Corona
En 1955 la fábrica japonesa Toyota comenzó a producir su modelo Corona, el cual fue paulatinamente mejorado hasta llegar a la generación actual que se comercializa sólo en el mercado japonés y en algunos países asiáticos. Fue el sucesor del Toyopet Crown y el caballo de Troya para ingresar al conservador mercado estadounidense de fines de los años ´50.
Toyota ya contaba con pequeña presencia en el mercado nacional primero de la mano de su marca Toyopet y luego se transformó en un boom comercial en Chile de la mano de diversos modelos comercializados a partir de fines de los ´70 (cuando se cambiaron las reglas de la importación de vehículos extranjeros). Junto con el Corona, estaba el Cressida, la pick up, el deportivo Célica y el Corolla, que en latín significa “pequeña corona”, con varias motorizaciones de cuatro cilindros en línea que iban de los 1.200 a los 2.000 centímetros cúbicos de cilindrada.
René nos cuenta que decidió darle a “Raquel” el look de la generación de las wagon anteriores, conservando eso sí la originalidad de su planta motriz Toyota 18R DOHC de 1.968 centímetros cúbicos de cilindrada con caja de 5 velocidades. “Se le han hecho sus ajustes de motor en el tiempo. Después cambio de motor por uno mismo original manteniendo siempre las mismas características con algunas mejoras como el encendido electrónico, los cables de alta y las bujías de alta”, detalla.
Reviviendo a Raquel
Luego que pasara a su poder y tras un viaje por la carretera, el motor tuvo una falla grande, razón por la cual Vargas decidió que junto con la reparación necesaria, “Raquel” sería pintada. Fue más de un año de vicisitudes ya que dada su antigüedad es cada vez más difícil conseguir las refacciones necesarias en el mercado nacional, debiendo René conformar una buena red de contactos internacionales para hacer las compras.
“Logré conseguir los parachoques nuevos, los traje de Filipinas; el otro lo conseguí aquí en Chile. Los focos traseros nuevos los traje de Perú, el frontal de Japón, igual que los espejos”, enumera Vargas. Para que el andar fuera similar a sus épocas mozas, le realizó cambio de amortiguadores, de bujes y reparación de todo el tren delantero. Otras partes y piezas fueron encargados a Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
Operativa al 100%, su último viaje de largo aliento fue al Raid Sagrada Familia-Iloca, evento al que concurrió para participar realizando el viaje ida y vuelta desde Santiago durante la misma jornada de la realización de la ya tradicional actividad de la Séptima Región.
¿La venderías?
Sí, aunque no creo que logre recibir lo que he gastado en el auto para tenerlo en este estado. Me ha tomado cinco años conseguir todo lo que son accesorios y detalles mínimos. Ha estado en venta, no es un vehículo muy apetecible, pero en todos los eventos es la única station wagon que hay. Si la vendiera la idea sería más adelante tener otro japonés de los años ´70.
“No son clásicos, pero sí marcaron un hito”, sentencia René a la hora de describir la importancia de este tipo de vehículos en el mercado automotor nacional de los años ´70 y ´80, cuando tímidamente los autos nipones fueron llegando a miles y miles de hogares chilenos para transformarse poco a poco en un fenómeno de ventas.
Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.
Fotografías y video Agencia210.
Edición por Javier Fernández G.
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