Historias de autos: Volkswagen Kombi, la multifuncional amante de los viajes se llama “Lupita”

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Con más de 1.300 kilómetros recorridos sin inconvenientes en el trayecto Santiago-Valle del Elqui-Santiago con motivo del eclipse solar y gracias a su versatilidad para transformarse en casa rodante, la Volkswagen Kombi 1992, apodada “Lupita”, propiedad de Constanza Gutiérrez (25 años, estudiante de Ingeniería Industrial mención Transportes) cumple a la perfección las tareas por las cuales más que su vehículo es su compañera.

 

“Cuando tenía 12 años ya quería tener una Kombi”, relata Constanza, la cual rememora que esta idea se fijó en ella debido a que el vecino de su abuela tenía, semi abandonada en su jardín y con una apariencia que distaba mucho de la actual, a “Lupita”. “Mi Papá le empezó a preguntar si la vendía: Don Javier, nunca”, era la lapidaria respuesta.

 

Incesante producción

 

La fascinación de la pequeña por este modelo Volkswagen no fue algo aislado, como lo revela el hecho que durante su extenso período de fabricación que comenzó en el lejano 1950, más de 11 millones de unidades fueron producidas de la Kombi (por Kombinationsfahrzeug, vehículo combinado de carga y pasajeros) en las diversas plantas de producción. La unidad objeto de la presente nota fue ensamblada en Brasil, país donde se fabricó este modelo hasta el año 2013.

 

 

Originalmente concebida como un vehículo utilitario de posguerra, a lo largo de sus versiones T1 hasta T6, es proverbial su multifuncionalidad, sirviendo ya de camioneta, furgón, casa rodante (Westfalia) o cómodo medio de transporte (Samba). Por sus especiales cualidades sirvió desde ambulancia a carro bomba, pasando por transporte escolar o de carga.

 

Ahora sí

 

Pasaron los años. En agosto del 2015 Don Javier cambió radicalmente de idea, el vecino de la abuela de Constanza decidió venderla a su padre. “Estaba andando, con algunas pifias”, recuerda respecto al motor bóxer 1.6 cuyo sonido tan tradicional acompaña a este vehículo. Para “asegurarme que estuviera bien” junto a su padre fueron de la idea de ajustar el motor, a lo que se sumó pintura bitono completa y confección de la tapicería del interior. En diciembre del 2015 ya estaba totalmente operativa.

 

 

“Fue como sentirme más autónoma”, sostiene Gutiérrez a la hora de expresar qué le causó tener su primer vehículo, máxime además que se trataba de la Kombi que veía desde niña.

 

VW Caza-eclipses

 

Aficionada a los viajes, este modelo Volkswagen le permite realizar travesías como la que realizó junto a su pololo (también entusiasta de los autos antiguos) a la Región de Coquimbo. Hasta por escarpados caminos de ripio en plena montaña, todo con el propósito de encontrar el mejor lugar posible para contemplar el eclipse, transitó “Lupita”, acondicionada para la ocasión con todos los aditamentos necesarios para pernoctar.

 

 

“La gente se te acerca a conversar, “yo tuve una”, “en mi casa hubo una”, la gente sola empieza a hablar” respecto a la Kombi. En su parabrisas ya son varios los papeles con números de teléfonos y la frase “se la compro” que ha encontrado.

 

¿La venderías?

 Si me hubieran preguntado hace un año, no, pero ahora si la vendiera sería por una Westfalia.

 

 

Actualmente hay un “boom” por las Kombi (también se puede escribir con C o nombrar como Transporter o Tipo 2), en el país, fenómeno por cierto asociado a las “food trucks” como otrora fue al movimiento Hippie. Paz y amor…a los vehículos de antaño.

 

Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.

Fotografías aportadas por Constanza Gutiérrez.

Edición por Javier Fernández G.

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