“Cuando lo compré estaba enterrado en un terreno. Creían que estaba loco”, afirma Patricio Oyaneder (33 años, mecánico de motocicletas) al momento de narrar el estado en que encontró el MG 1300 MK II 1972, unidad ensamblada en Arica que en el transcurso de un año volvió a la vida en todo su esplendor gracias a la tenacidad de este verdadero amante de los “fierros”.
El melipillano ha tenido varios autos y motos de distinto tipo, pero se propuso reparar alguno icónico de la época dorada de las ensambladoras chilenas, decidiéndose finalmente por el MG de esta historia. Su anterior dueño fue un campesino de Paine quien usó y abusó de la máquina por 12 años hasta que quedó enterrada hasta las mazas de las ruedas.
Del abandono a la vida
El auto estuvo diez años parado. Un amigo que lo acompañó a verlo tenía grandes dudas respecto a si podría repararlo. “Yo lo saco adelante. Yo he restaurado motos”, afirmó Patricio convencido, quien con una máquina sacó al MG de su “estacionamiento”.
Abandonado a su suerte por una década, no es difícil imaginar el estado cosmético del vehículo. Sin embargo, con la lectura del vaso medio lleno y no del medio vacío, constató que el motor no presentaba fugas. “Se nota que no ha trabajado mal”, sostuvo otro entusiasta amigo, quien se sumó al desafío: “Lo que tienes que hacer Pato es cambiar bomba de agua, lavemos radiador, afinemos este auto, cables de bujías nuevas y coloquemos un distribuidor inglés porque estos Femsaco chilenos son de menor calidad”, rememora.
De ahí en más, Oyaneder se obsesionó con reparar el auto en el menor tiempo posible y que volviera a ser 100% funcional. “Yo este auto nunca lo quise restaurar porque yo no quiero un auto de colección, yo no soy coleccionista, quiero un auto clásico, lo más original posible, pero funcional completo”, de manera de usarlo como su transporte diario, tal como miles de personas lo hicieron en Chile a inicios de la década del ´70.
English from Arica
La British Leyland Motor Corporation concedió licencias a cinco ensambladoras nacionales establecidas en Arica en los años ´60 para armar sus productos como el Austin Mini 1000 y el Austin 8 CWT, la van basada en el Morris Minor. Posteriormente en 1969 con una gran inversión se estableció oficialmente como British Leyland Automotores de Chile S.A.
El incremento de la obligatoria integración nacional en el ensamblado de vehículos que aumentaba su porcentaje cada cierto tiempo (de un 30% para 1966 a un 70% en el tiempo del Gobierno de la Unidad Popular), complicó las operaciones de las empresas. Frente a esto y ante la disyuntiva de traer de Inglaterra las carrocerías de acero para el modelo 1300 con los altos costos que ello implicaría y la imposibilidad de obtenerlas en el mercado latinoamericano, los ingenieros optaron por fabricarles una carrocería de fibra de vidrio.
Junto a ésto, con vidrios, gomas, tapicería y componentes eléctricos nacionales vio la luz el MG 1300 MK II “chileno”, del cual se fabricaron 3647 unidades entre 1971 y 1974, año en que la British Leyland Automotores de Chile finaliza el armado en Chile debido al cambio en las condiciones económicas referentes al mercado automotor.
Reparación contra el tiempo
“Si había que gastar algo, yo lo gastaba”, sigue narrando Patricio Oyaneder a la hora de comentar la frenética aventura que emprendió para devolver al MG su operatividad. Recurrió a “datos” para encontrar piezas faltantes; a desinteresados amigos como el que le obsequió la pedalera metálica del acelerador con el símbolo MG o al comercio electrónico. Incluso mediante una subasta on line con base en Inglaterra consiguió algunos faltantes. Para la tapicería viajó seis veces desde su casa en Melipilla a una tienda de la Avenida Matta en Santiago.
Para reparar el sistema eléctrico contó con el consejo de su padre, electricista automotriz que además tuvo varios MG de la misma época. Tal fue el entusiasmo que lo embargaba, que en una de las pocas lluvias que hubo durante el año 2018 en Melipilla y deseoso de terminar con el cableado, protegió el auto con un nylon y pasó horas dentro de él uniendo cables e instalando ampolletas.
Su polola, atónita, lo observaba desde la ventana de la casa. Paciente y comprensiva, no lo retó ni en esta ni en las veces sucesivas en que los deseos por terminar el MG lo llevaron a realizar este tipo de actividades inusuales a los ojos de alguien que no ame los “fierros”.
Recta final
La reparación tendiente a lograr un vehículo totalmente operativo se transformó en una meta cada vez más cercana hasta que lo logró. Andar en el auto le significó una satisfacción enorme, lo que sumado a las muestras de admiración de los automovilistas que celebraban que este MG ruede como en su antiguo esplendor, lo llevaron a terminar el círculo. “Este es el abuelito de mi auto”, le dicen los propietarios de los actuales MG.
En este punto de la entrevista tradicionalmente consulto: ¿lo vendería? Pues bien, hoy ya sé la respuesta de antemano. He aquí el paradojal desenlace de la historia.
Contento con la tarea de haberle devuelto la vida al MG y a diferencia de la gran mayoría de personas que pensaría en haberlo mantenido un buen tiempo, quiso cerrar el ciclo, como si el gozo hubiera estado en la reparación más no en la etapa posterior. “Mi polola me decía: Qué lindo es el MG, no lo vendas, deshácete de algo y quédate con el MG. Yo tengo familia en Arica y queríamos irnos con él donde el auto nació y fue antes de saber que se iba para… Arica”.
Mediante la gestión de ClassicCars Patricio recibió una oferta por su MG. Con varios proyectos en carpeta, como el de una casa rodante, decidió vender el vehículo. “Se que quedó en buenas manos y tiene una buena base para una restauración completa”, señala. De esta forma, casi medio siglo después esta unidad vuelve a la ciudad donde fue ensamblada.
Nota para ClassicCars por José Francisco Valenzuela.
Fotografías y video Agencia210.
Edición por Javier Fernández G.
Comenta y comparte nuestro contenido a través de las redes sociales con tus amigos, familiares y cercanos amantes de los vehículos de antaño.
Como es tradición http://ClassicCars.cl Impulsa y comparte el patrimonio histórico y cultural automotor.